Gracias por dejarme disfrutar de tu compañía. Admiro tu presencia como si fuera la primera vez que un humano ve la luz.
Luz radiante que me deja ciego y no me deja ver, así no puedo ser iluminado por otra fuente, pero yo escucho tu voz que me guía a ti, a tu esencia, a tu tacto, a tu mirada.
Me estás condenando a perpetuidad a la fascinación de todo lo que eres.
Es adrenalina mirarte, porque subo tan alto como si quisiera un viaje intergaláctico, y caigo muy fuerte en todo lo que me gusta de ti.
Gracias por existir en este día, en estos días, por estar aquí y no irte corriendo.
- Eduard Guerrero
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