jueves, 3 de octubre de 2019

El infierno entre tus piernas

Conociste por primera vez el infierno cuando mi fuego se expandía por medio de mi cálida y telefónica voz.
Un infierno que se implantó entre tus piernas, y que a elevadas temperaturas un diluvio tus labios inundó.
Interpretabas con perfecta afinación las melodías de tu cuerpo que hasta tu garganta suavizó, así era como temblaba y rugía la reina de la selva, leona hasta el corazón.
Fueron tus huellas dactilares que al ritmo de tus pensamientos y al compás de la indicación y tu perversión, se convirtieron en el depredador de tu carne que se hacía presa de cada intención.
Cerrabas las puertas al infierno retorciéndote en cada momento que se te acababa la respiración, sufijo de tu locura y descontrolada desesperación.
Te quemé las alas y la aureola que traías de lujo porque inocencia no tenías, te quemé la piel y no había bombero que apagara el fuego que tu mente explotó, la razón por la que en mis manos te tenía, era porque soy el Dios del inframundo el que te llena de tentación.

Y conociste el infierno... A kilómetros de distancia pero bien cerca el corazón.

Eduard Guerrero

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